sábado, 26 de enero de 2013

Metacognición en la historia

La relación que se establece con la relación situación – problema, debe ser de confianza, comprensible y de acuerdo a los recursos con los que se cuenten, para que el alumno logre un aprendizaje significativo; el maestro tiene el conocimiento y debe estar en condiciones de asesorar a este cuando se presente alguna situación de conflicto en la resolución al problema (investigación).

Lo que llamamos cultura es el acervo de conocimientos y modos  de ser que heredamos a diario y cada uno enriquece con aportes particulares de la historia. Todos sabemos que aprender algo se necesita tener interés, libertad para explorar y apoyo de quienes con más experiencia creen en la capacidad de los demás.

Si se trata de aprender algo, se acude a un maestro o a un tutor.No hay guion que supla la creatividad y rapidez con la que el buen docente arma y goza el diálogo con su aprendiz. El aprendizaje metacognitivo puede ser desarrollado mediante experiencias de aprendizaje  que adecuadas que se susciten dentro y fuera de las aulas.

El maestro no da respuesta, porque es el aprendiz el que tiene que identificar lo nuevo con lo que ya sabe a través del ensayo y error, hasta encontrar la síntesis que le asegura haber comprendido y le confirma el poder de seguir aprendiendo. Respeta su ritmo de trabajo, es sensible a los estados de ánimo para descubrir que impide o favorece el avance y para intervenir directamente cuando haya que advertir un error o sugerir un camino que el aprendiz solo tardaría mucho en encontrar.

La relación que se da en las representaciones teóricas es personal porque sin relaciones personales es imposible dar lugar al interés,  y sin interés de aprender no se logrará este; libera al maestro de la tarea imposible de hacer que los estudiantes aprendan temas que y por lo mismo no entusiasma. La competencia que se ejercita en la relación tutora es saber dialogar con los autores de los textos, para lo que se necesita dominar la técnica con lo que se aprovechan las codificaciones escritas, tanto al leer como al escribir.

Para aprender se necesita libertad, tener un deseo por aprender, partiendo de lo que soy a lo que quiero ser. Para impartir la asignatura de historia se debe de saber dialogar, un punto de partida para que se lleve esto acabo es la necesidad de pedir ayuda, el alumno se debe convertir en un crítico capaz de discernir entre los hechos históricos y que sean secuenciales entre uno y otros.

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