La relación que se establece con la relación situación – problema, debe
ser de confianza, comprensible y de acuerdo a los recursos con los que se
cuenten, para que el alumno logre un aprendizaje significativo; el maestro
tiene el conocimiento y debe estar en condiciones de asesorar a este cuando se
presente alguna situación de conflicto en la resolución al problema
(investigación).
Lo que llamamos cultura es el acervo de
conocimientos y modos de ser que
heredamos a diario y cada uno enriquece con aportes particulares de la
historia. Todos sabemos que aprender algo se necesita tener interés, libertad
para explorar y apoyo de quienes con más experiencia creen en la capacidad de
los demás.
Si se trata de aprender
algo, se acude a un maestro o a un tutor.No
hay guion que supla la creatividad y rapidez con la que el buen docente arma y
goza el diálogo con su aprendiz. El aprendizaje metacognitivo puede ser
desarrollado mediante experiencias de aprendizaje que adecuadas que se susciten dentro y fuera
de las aulas.
El maestro no da
respuesta, porque es el aprendiz el que tiene que identificar lo nuevo con lo
que ya sabe a través del ensayo y error, hasta encontrar la síntesis que le
asegura haber comprendido y le confirma el poder de seguir aprendiendo. Respeta
su ritmo de trabajo, es sensible a los estados de ánimo para descubrir que
impide o favorece el avance y para intervenir directamente cuando haya que
advertir un error o sugerir un camino que el aprendiz solo tardaría mucho en
encontrar.
La relación que se da en las representaciones teóricas es
personal porque sin relaciones personales es imposible dar lugar al
interés, y sin interés de aprender no se
logrará este; libera al maestro de la tarea imposible de hacer que los
estudiantes aprendan temas que y por lo mismo no entusiasma. La competencia que se ejercita en la relación tutora es
saber dialogar con los autores de los textos, para lo que se necesita dominar
la técnica con lo que se aprovechan las codificaciones escritas, tanto al leer
como al escribir.
Para aprender se necesita libertad, tener un deseo por
aprender, partiendo de lo que soy a lo que quiero ser. Para impartir la
asignatura de historia se debe de saber dialogar, un punto de partida para que
se lleve esto acabo es la necesidad de pedir ayuda, el alumno se debe convertir
en un crítico capaz de discernir entre los hechos históricos y que sean
secuenciales entre uno y otros.